Libertad y autonomía para sacarle brillo a las cadenas

Dice esta señora –como ella misma se presenta en el vídeo, me ahorra hacerlo- que no apoyar la “gestación por subrogación” (así lo llama) es “negar la autonomía del cuerpo de la mujer”.

O sea, que os enteréis: una mujer demuestra que es cuerpo autónomo alquilándose nueve meses y soltando luego la criatura gestada a quien la haya alquilado (salvo si la criatura sale mal, con “taras o defectos”, entonces ya, que se lo quede ella o que la lleven al orfelinato).

Y sigue: “Es influir con conceptos moralistas y responder a intereses clasistas ya que hoy solamente puede hacerlo quien tiene dinero”.

Ignora (y ya es mucho ignorar) que todos los seres humanos (todos, a no ser que estemos en coma, claro) tenemos criterios morales (o éticos, si preferís). Aprobar los vientres de alquiler es tan criterio moral –tan moralista, usando sus palabras- como desaprobarlo. Luchar por un mundo que aspire a la justicia y la igualdad es tan criterio moral como considerar que las mujeres existimos para que los hombres nos follen (aclaro que Mar Cambrollé se declara proprostitución). La diferencia entre las diversas opciones “moralistas” (todas igualmente “moralistas”, vuelvo a repetir) es el objetivo que persiguen.

Pero pasemos a la segunda parte del argumento de Mar, la de los “intereses clasistas” porque este argumentazo me encanta, me chifla y me disloca.

Haciendo cuentas (al día de hoy) si vas a contratar vientre a Ucrania:

  • Vuelo para dos personas ida y vuelta a Kiev 314€
  • Tres días, dos noches, hotel de cuatro estrellas, en el centro de Kiev, habitación doble con desayuno 227€.
  • Comidas: según he visto fisgoneando en internet, con 20€ por persona se come y cena divinamente por allí.
  • O sea, total para este capítulo: 120€. Pero, hala, seamos gourmets: 200.
  • Gastos en taxis y demás: 100€.
  • Total: 841€.

Luego, a los nueve meses, para recoger al bebé fabricado por “el cuerpo autónomo” de la mujer ucraniana, hay que quedarse -según explican las agencias especializadas en esta compraventa- entre 20 días o un mes. Por el papeleo, no por el parto. Este se programa; cabe, incluso, la posibilidad de preferir la cesárea ya que, según señalan las mismas agencias, así el bebé sufre menos y no se contamina con los fluidos de la gestante.

Coste de la segunda estancia: entre 2500 y 3000€. Si en vez de ir al hotel, se opta por alquilar un apartamento (de lujo: jacuzzi, portero, etc.) y comer de vez en cuando en casa, sale por la mitad.

Precio total por este capítulo de viajes y estancias de lujo en Ucrania: entre 3000 o 4000 euros.

La mala noticia es esta: no es cierto. En España, ningún cuerpo de mujer, por “autónomo” que sea, va a querer embarazarse y parir con tarifas ucranianas que no le alcanzarían ni para pagar las luz

Entiendo que ahorrárselos resulte apetecible… La mala noticia es esta: no es cierto. En España, ningún cuerpo de mujer, por “autónomo” que sea, va a querer embarazarse y parir con tarifas ucranianas que no le alcanzarían ni para pagar las luz: allí el salario medio no llega a 200€ mensuales y el mínimo interprofesional es de 71,7; aquí 2.118€ y 825,7 respectivamente.

Por otra parte, aunque las clínicas ucranianas y los demás intermediarios (agencias, asesores, etc.) no conocen esas penurias y se forran, forrarse allí sale a mejor precio que forrarse aquí. O sea, sospecho que los 4000€ que la entusiasta pareja pensaba ahorrar no viajando a Ucrania, aquí solo les servirían para empezar trámites. Conclusión: “los que no tienen dinero” –como dice Mar- seguirían sin poder reproducir sus genes”.

Pero sigamos escuchando su vídeo:

Y además, se está negando aquello que paradójicamente todas las mujeres venimos diciendo cuando decimos “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. Mi cuerpo es mío, yo decido. Las mujeres deben de tener autonomía propia plena para decidir sobre sus cuerpos”.

Bueno, aunque no entiendo por qué a esta señora le parece paradójico que las mujeres clamemos “Nosotras parimos, nosotras decidimos”, no me meto en eso. Digo, sin embargo, que a mí lo que sí me parece paradójico es que las mujeres demandemos autonomía y libertad para ponernos al servicio de los deseos ajenos.

  A mí lo que sí me parece paradójico es que las mujeres demandemos autonomía y libertad para ponernos al servicio de los deseos ajenos.

Como decía Mary Wollstonecraft: “Libertad para sacar brillo a las cadenas”. O sea: “Soy libre, me prostituyo”, “Soy libre, alquilo mi útero y gesto un humano para que otros -esos que sienten un deseo desatado de prolongar sus genes- vean cumplidos sus sueños”.

¿Es que no está claro que es inútil demandar tales cosas, ni pelear por ellas? Ya las tenemos. Y en sobredosis.

La sociedad patriarcal inculca en nosotras -y desde que nacemos- la “vocación altruista”. E intenta, por todos los medios, hacernos interiorizar que somos cuerpos para los otros.  Intenta pervertir nuestras consignas. Intenta, -como tan inteligentemente señala Amelia Valcárcel- que confundamos la reclamación feminista de “Mi cuerpo es mío” con la que el patriarcado ha hecho siempre sobre nosotras: “Tu cuerpo es mío

Pero ya se sabe que -a pesar de todos esos esfuerzos patriarcales- cada vez salimos más pécoras y egoístas. De modo que, para asegurar nuestra “generosa disposición”, nada mejor que tener batallones de mujeres empobrecidas a las que poder follar o embarazar mediante “compensación económica”.

Si estas prédicas neoliberales son promovidas, no solo por Ciudadanos, el PP o Mar Cambrollé, sino por la izquierda, va a ocurrir lo que ya comenté en otro artículo: A la vuelta de la esquina, lanzarán la campaña de propaganda sobre compra-venta de órganos (digo legal, que ilegal ya se hace).

¡Hala, viva el libre comercio!