El Diaro el Confindencial descubre que el imperio empresarial del joven Dídac Sánchez es del “pederasta del Raval”. Subrogalia es uno de sus negocios.
“Dídac Sánchez no sólo no ha roto la relación con José María Hill Prados, el hombre que abusó sexualmente de él cuando tenía doce años, sino que numerosos indicios, corroborados por testimonios de empleados y extrabajadores, apuntan a que Hill Prados oficia como maestro de ceremonias en Balmes 243, en Barcelona, la sede donde se arremolinan las empresas que supuestamente administra Dídac Sánchez. La imagen superior, tomada por un extrabajador, atestigua que ambos trabajan mano a mano en Subrogalia, su negocio de vientres de alquiler, rodeados de imágenes de bebés”.
“Los más de cuarenta empleados del holding observan, cada día, cómo José María Hill Prados hace y deshace a su antojo pese a no constar en ningún sitio; ni en el Registro Mercantil, ni en su página web, ni siquiera en las tarjetas de visita. También sus hijos Andreu y Alan trabajan para las empresas del padre: “Dídac y José María comparten despacho. Hill Prados se hace llamar en la empresa Diego, quizá porque es el único nombre que aparece en el Registro Mercantil. Llegan pronto, se van a comer juntos y salen en torno a las ocho de la tarde. Es complicado verles separados, son como una misma personaâ€, explica una extrabajadora del grupo. Otros indican que Hill Prados firma los contratos como el abogado Marcos López y que ha eliminado cualquier documento que llevase su firma original”.
“Incluso aseguran que Josóé María sale en la foto que la empresa tomó en la última Nochebuena y que “Subrogalia publicó en su perfil de Twitter: “Estábamos todos trabajando, un empleado avisó que iba a hacer la foto y Diego (José María) se dio la vuelta. Nadie reparó en ello hasta que se publicó la imagen”, dicen desde Subrogalia”.
Toda la oficina conoce la realidad de la empresa: saben que Diego no es Diego, sino José María, el pederasta del Raval, y que Dídac es Diego, su víctima, que no cuenta más que de puertas afuera. Es la cara bonita de Hill Prados para la prensa, porque sabe que sus hijos están demasiado contaminados para salir a la luz. Sin embargo, la comidilla en Subrogalia son las quejas de los clientes -las mentiras que nos obligan a contarles para ganar tiempo- y la presencia injustificada de menores allí trabajando” comenta.
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